Trilogía de la Piel
Escribiendo la palabra Fin
Escribí la primera parte de la Trilogía, de la Piel, "La Piel Ajena" en uno de los momentos más duros de mi vida. Me sentía incapaz de vislumbrar una salida a una situación que nublaba cualquier razonamiento positivo. Durante esa depresión incluso llegué a pensar que las palabras que tenía frente a mí, y que me obligaba a escribir jamás verían la luz, que hacerlo no servía para nada porque ese guion (entonces esta novela nacía con ese propósito) acabaría en un cajón, sin que nadie se fijara ni en su contenido, ni en el titánico esfuerzo que para mí suponía sentarme cada día a escribir.
Gracias a grandes amigos, ese guion, el germen de esta trilogía, llegó hasta la ansiada palabra "fin" y pude respirar aliviado al haber sido capaz de sacar por fin todas aquellas vidas que no dejaba de revolotear y crecer dentro de mi cabeza. Mi situación personal no cambio, a la mañana siguiente volvieron los demonios, como el depredador que agazapado, solo espera que te despistes para atacar de nuevo. Volvió con su acecho el estrés y la sensación de derrota hacia una situación que era incapaz de vencer y que me estaba pudriendo por dentro. Lo que entonces desconocía era qué las palabras que había sembrado bajo los cimientos de esta novela, estaban destinadas a levantarme.
Durante el confinamiento que sufrimos entre marzo y abril de 2020 a causa del Covid-19, decidí que aún quedaba mucho por contar sobre ese universo en el que me había sumergido con el guion de “La Piel Ajena” y decidí convertirlo en una novela. Pero lo cierto es que, aunque yo lo ignorara por completo, el motivo de aquella idea provenía de un aullido se socorro que se ahogaba dentro de mí y que me gritaba que ese, y solo ese, era el camino para huir de la depresión que, todavía entonces, arrastraba.
"De los peores tormentos, solo se sale escribiendo"
Escribir marca a fuego cada uno de nuestros pensamientos, nos obliga no solo a recordar y plasmar nuestros miedos, sino que además nos exige mirarlos de frente. Por lo tanto, mucho tiempo después, releyendo "La piel ajena" una y mil veces, corrigiéndola y completándola, comprendí que su argumento no se alejaba demasiado de lo que mi mente soportaba y que expulsarlo, aunque con diferentes rostros y nombres, no era más que yo mismo, desde otro lugar, oculto, susurrándome al oído la manera de vencer a la bestia.
"Podría ser cualquier ciudad, cualquier rincón,
olvidado por la suerte, esquivado por la felicidad"
No es casualidad que "La piel ajena" empiece justo con estas palabras, describiendo una ciudad en la que sus habitantes han abandonado toda esperanza y los dos protagonistas luchan contra un terrible demonio. Así era como se sentía mi alma.
Descubrí meses después que escribir este libro, y mas tarde completar la trilogía, no solo significaba un gran reto personal, sino que también había supuesto mi salvación. "Matar a un ruiseñor" es uno de mis libros preferidos, una obra de arte que es una lección de vida. En sus páginas hay una frase que resume mi batalla y sus terribles consecuencias.
"Uno es valiente cuando, sabiendo que ha perdido
antes de empezar, sigue hasta el final pase lo que pase.
Uno vence raras veces, pero alguna vez vence."
Matar un ruiseñor (To kill a mockingbird) Harper Lee
El estrés es una enfermedad que rara vez se trata, se va acumulando hasta que el vaso rebosa y entonces, ya no se puede parar. Para vencer a mi demonio tuve que dar algo a cambio. Mi cuerpo, agotado y exhausto, no pudo más y dijo basta. Lo primero fueron unas calvas en la barba, seguido de grandes círculos sin pelo en la cabeza. Poco después el pelo del resto del cuerpo fue historia.
Muchas veces ponemos en una balanza nuestra propia existencia y nuestra obligación es saber encontrar lo que realmente vale la pena de ella, y no, no es el dinero, ni el trabajo o el amor. Lo que realmente tiene valor está dentro de uno mismo. Lo demás podrás perderlo mil veces, te lo robaran, o lo malgastaras... pero lo que atesoras en tu interior, eso te acompañará toda tu vida y jamás nadie podrá arrebatártelo.
La lección más importante que he podido aprender escribiendo la Trilogía de la Piel, luchando contra el estrés, sus consecuencias mas directas e incluso la perdida de un gran amigo, es que, por conservar esa luz, por salvar ese valor intrínseco, único y personal de uno mismo, bien vale una batalla, porque uno, alguna vez vence.
Rafael De Mateo